31 enero 2016
Piedras Negras, Coah.-
Hermosas voces cautivaron los sentidos y el mensaje llegó al alma alimentando corazones de fortaleza, de fe, de amor y esperanza en el concierto Cielo Abierto que congregó a miles de católicos en el auditorio Santiago V. González.
Celinés, Grupo Emmanuel, Mayra Alejandra y Orlando Elizalde, compartieron un bello mensaje en el evento que acercó al sacramento de la reconciliación y de la comunión.
Cielo Abierto animó a laicos, clero y religiosas en una experiencia única, incentivando principalmente al amor a Dios y a todos.
Pantallas gigantes, luces robóticas y la música animaba y alegraba a los asistentes, quienes entregaban sus sentidos en un ambiente de intimidad espiritual.
Pero también en un ambiente de total alegría que hacía bailar, elevar las manos y hasta brincar de emoción y al ritmo de los cantos.
Celinés, la cantautora originaria de Santo Domingo, enfatizó en su mensaje sobre el dejar el miedo de lado, al recordar que el miedo es el arma del mal.
“Así como la fe es el arma del cristiano, el temor es el arma del mal porque nos acorrala, nos limita, nos paraliza y hoy Dios quiere liberarnos de temores”, dijo.
La joven cantante enfatizó en reconocer el amor de Dios y no sentir miedo al pensar que se está solo, porque no es así.
“No estás solo, no estás sola, no tienes porqué temer, Dios está contigo”, agregó.
Orlando Elizalde, cantautor nigropetense, también enfatizó sobre el amor de Dios y en que a veces las situaciones muy difíciles llevan a perder la fe, cuando esta y la esperanza deberán estar siempre presentes.
Al final del concierto, el obispo de la Diócesis de Piedras Negras, Alonso Garza Treviño, acompañado de algunos padres elevaron plegarias al Santísimo.
Debe saber que…
» Cielo Abierto, hasta enero del 2016, lleva 5 años de misión visitando casi toda la República Mexicana, 10 países de Centroamérica, Sudamérica y Norteamérica, llegando hasta el momento a más de 800 mil almas.
» Es una oportunidad en medio de una vida muy agitada para adorar al Señor y para tener plenitud de vida, después de un encuentro con el Hijo de Dios.